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Mi vida en Twitter

por Juan Martini

Par larouge • CUENTOS ARGENTINOS II Y CRONICAS • Mardi 27/03/2012 • 0 commentaires  • Lu 904 fois • Version imprimable

 

Mi vida en Twitter 

03-04-2012 |

El cronista accidental se pregunta por su identidad tuitera.

Por Juan Martini.

 

* ¿Quién soy en Twitter? ¿Yo? ¿El otro? ¿Un tercero? ¿Yo y el otro y un tercero? Es probable que la última respuesta sea la que mejor se ajuste a mí caso. Hasta principios de octubre del año pasado no sabía qué era Twitter. Tampoco Facebook aun cuando me hacía una idea más clara. Las redes sociales no me habían llamado suficientemente la atención como para intentar conocerlas por dentro. Pesaban en ese desinterés las teorías acerca del aislamiento progresivo que produce Internet, la desjerarquización de todas las cosas (personas, obras, ideas, valores, etcétera) y algunos prejuicios. Pero resultó que hace casi exactamente seis meses tuve que programar una operación de mi ojo izquierdo. Se me había producido un agujero macular y había posibilidad de solucionarlo con una cirugía que se fijó para el 25 de octubre. Por diversas razones el tema me produjo angustia y ansiedad. Entonces un amigo me sugirió que abriera una cuenta en Twitter con la certeza de que eso me serviría de distracción. Así que lo hice.

 
* En ese mismo momento cometí los primeros errores que cometí, y seguiría cometiendo errores hasta hoy. Abrí la cuenta con mi nombre, puse una foto mía y una bio que si bien escueta refería directamente a mí. Y empecé a seguir a algunos usuarios y a subir mis primeros twits. Era un mundo raro, no entendía mucho y menos la jerga que en general se emplea para twitear, costumbres y códigos. Si bien puede decirse en más de un sentido que Twitter es un descontrol también es cierto que hay leyes y que cada usuario puede modelar un uso a su imagen y semejanza que, en la mayoría de los casos, se basa en identidades enmascaradas. Y fue ahí donde me dí cuenta de que yo quería cambiar mi perfil. Ya sabía qué era un avatar, qué eran los followers y para qué sirve tener muchos o pocos, qué es el UF, qué es una TL, el #FF y los TT. Ya sabía que los temas en Twitter son infinitos y que van desde los laborales o políticos hasta los bizarros pasando por los asuntos del día y las mil y una pavadas que a muchísima gente se le ocurre hacer circular por la red.
 
* Así fue que sobre el aniversario de mi primer mes adentro cambié todo. Busqué un nombre, un avatar y una bio. Ya sabía, aproximadamente, a qué me dedicaría en Twitter. Por eso en pocos minutos pasé a llamarme Lennon&Martini; mi bio dice que soy escritor, músico y chamán; y mi avatar es una imagen de John Lennon que hoy tiene una alternativa: el dibujo de Matt Groening en el que Los Simpson cruzan Abbey Road recreando la tapa del álbum de Los Beatles de 1969. Y así enmascarado empecé una nueva vida. De todas maneras en la bio consta una identidad alternativa que remite sin rodeos a mi página web.
  
 
* Es innegable que Twitter desjerarquiza y desinhibe. Y estos efectos, comunes a una zona inmensurable de Internet, son los más peligrosos y los más saludables. Mi vida en Twitter hoy consiste en escribir muy poco sobre lo que escribo; sugerir algún libro, película o disco; dialogar o interactuar con los amigos virtuales que he ido haciendo; y boludear, tal como se dice. Muchísimos usuarios boludean todo el tiempo en Twitter. Y de ahí surge un enorme sentido del humor y sus costados deplorables. Pero Twitter te hace y me hace reír. En este sentido, el de la diversión y el entretenimiento, no se equivocó mi amigo cuando me dijo Te lo vas a pasar bien. Tenía razón. Y salvo los tres o cuatro primeros días en que estuve a punto de no entrar nunca más, me he convertido en un usuario puntual. No twiteo todo el día ni mucho menos. Pero lo hago una vez por día como mínimo. Y no me cuesta casi nada reconocer un principio de adicción. Al mismo tiempo creo que haber entrado en Twitter me ha permitido vislumbrar de una manera más concreta hasta qué punto han caído las distancias, los secretos, las barreras en todos los sentidos. Tanto que es posible dirigir revoluciones desde la red como las que comenzaron en Egipto en 2011 con la caída de Mubarak.
 
* Uno de los secretos de Twitter, para mí, es armar bien tu TL (lista de los usuarios a los que uno sigue): lo ideal es que esté integrada por identidades con las cuales se comparten algunas ideas, humor, intereses diversos y a veces también disidencias. Esta lista debe ser menos, mucho menos numerosa que la de tus followers (usuarios que te siguen) porque uno le debe a los miembros de su TL leerlos e interactuar. También, por razones de salud, es indispensable bloquear a los followers que de pronto se ponen agresivos o a los usuarios que se dirigen a uno con insultos a través de los RT de miembros de tu TL. O sea, un amigo reenvía a su propia TL un twit tuyo y en esa TL hay alguien que se molesta con lo que decís y te insulta. ¿Lo mejor? No entrar en discusiones, bloquear y a otra cosa. En Twitter, como en la vida misma, hay una dosis fuerte de violencia. Es una violencia virtual y que se ejerce desde el anonimato. Pero es violencia. Y es desagradable, intimidante y ofensiva.
 
* Hace unos días difundí en Twitter que lo primero que hizo Santiago Álvarez desde la dirección de la agencia Télam, además de sentarse en su nuevo sillón, fue suspender el pago a los colaboradores. Subí tres o cuatro twits, no más. Y poco después comencé a recibir amenazas, primero de un usuario y después de bloquear a ese de otro. O me callaba y borraba esos twits o me iban a golpear y a romper los dientes. Entonces no faltaron los que me dijeron, en Twitter, que eran fakes, es decir, usuarios que el personaje que hacen es ese: provocadores que insultan y amenazan pero que no pasan de ahí. No sé si es así. No sé si eran fakes o seguidores de Álvarez. El caso es que Télam sigue sin pagar a los colaboradores y que yo, por las dudas, tengo capturas de pantalla de las amenzas.
 
* Cumplidos seis meses de mi entrada en Twitter sé que hago un personaje que combina diferentes facetas, que ese personaje es más desinhibido que yo y que tiene más humor del que suelo desplegar en la vida real. El personaje se da el gusto de decir lo que siente y piensa sobre casi todas las cosas y se atreve a disentir o a objetar con nombres y apellidos, no sólo con avatares y máscaras. Tengo los años que tengo, la vida que hice y hago, y un montón de libros de cuentos y novelas publicados. Hay gustos que hay que dárselos en vida y no caretear todo el tiempo en una especie de fair play en el que nadie cree. Tampoco me enmascaro demasiado. Quién quiera saber quién es Lennon&Martini lo tiene a dos clicks de su curiosidad. Yo no pago Favstar, me enamoro de avatares, me aburre la insistencia patológica en cuestiones sexuales y quiero a mis amigos en Twitter que andan por todas las edades. Hablo en serio, hablo en broma, y digo boludeces. Como todos. Y me entretengo, me río, y me entero de lo que pasa en el mundo muchas veces antes que por los diarios o la TV. Dados los tiempos que corren no es poco. Al fin y al cabo todos, incluso los que están con nombres y apellidos, hacemos personajes en Twitter. Y como suele suceder, la ficción es enteramente diferente y al mismo tiempo idéntica a la realidad.

fuente: http://blog.eternacadencia.com.ar/?p=21136&cpage=1#comment-27489
 
cortesia del autor
 

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