Haroldo Conti: Un homenaje merecido
Por Eduardo Anguita
El 5 de mayo de 1976, cuando se cumplían 158 años del nacimiento de Carlos Marx y 161 de la muerte de Napoleón Bonaparte, un grupo del batallón 601 montó una trampa en la casita que el escritor Haroldo Conti tenía en la esquina de Fitz Roy y Humbolt, en pleno Villa Crespo. Los del 601 eran los de Inteligencia y el genial Conti, en esa oportunidad, no era más que un conejo al que los inteligentes cazarían para alimentar la máquina del terror. Marta Scavac, su compañera, estaba con él esa madrugada y dio testimonio de la salvajada: "Apenas entramos, unos diez hombres estrafalariamente vestidos con vinchas, gorras y ropas raras, se nos vino encima. Inmediatamente me ataron las manos detrás de la espalda y me cubrieron, con ropa, la cara y la cabeza. Escucho que hacen lo mismo con Haroldo; aunque él se resiste, no es fácil reducirlo, es muy fuerte, pero le dicen que se quede quieto por el pibe, se referían al bebito (Ernesto, hoy un periodista de 32 años). "Señora, ¿cómo una mujer de su clase se metió en esto?" le preguntó uno de los inteligentes. "Le pedí que me explicara quiénes eran, qué querían. Me respondió que estábamos en guerra" dijo Marta. "O nosotros los matamos o ustedes nos matan a nosotros" contestó el inteligente. "Escucho que sigue rompiendo papeles. Le suplico que no rompa el cuento que Haroldo estaba escribiendo. Después comprobé que dejó la máquina de escribir de Haroldo, junto al borrador del cuento, intacto. Quedó sólo eso sin romper como un símbolo en medio de la casa revuelta, como sacudida por un terremoto" recuerda su compañera años después (revista Crisis, abril de 1986). "Comenzó a molestarse cuanto me preguntó por qué había viajado a Cuba con Haroldo. Le dije el motivo, que Haroldo había sido jurado de novela de Casa de las Américas".
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Otros inteligentes
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En la oscuridad del genocidio aparecen conductas que deberían oxigenarse con el correr de los años: el actor y dramaturgo Sergio Renán filmó Alrededor de la jaula después del secuestro de Conti. Es decir, mientras el Instituto de Cine estaba en manos del general de turno y la mayoría de los creadores y directores de cine se tenían que exiliar o desaparecían, a Renán le dieron autorización (y recursos) para llevar a la pantalla un cuento del escritor secuestrado y execrado por los militares. La película se estrenó en junio de 1977 y se llamó Crecer de golpe.
¿Cómo se puede explicar que Renán haya aceptado filmar a Conti mientras su familia y hasta un cura de derecha pedían por su paradero y él (Renán) ni tomaba contacto con ellos? Poco después del Mundial de Fútbol, Renán dirigió La fiesta de todos, una apología de la dictadura que no tiene desperdicios para quienes tengan el estómago duro. Fue, ni más ni menos, que propaganda a favor de Videla. En abril de 2007, cuando Renán estrenaba una película (Clarín, 13 de abril), Renán dijo: "En torno a esa película (La fiesta de todos) hay miradas profundamente parciales e injustas. Esa gente no tiene clara la alegría colectiva que se vivió en el Mundial 78 y que yo admito haber compartido. En cambio, nadie habla de Crecer de golpe, la película que hice sobre un texto de Conti, muerto por la dictadura. Crecer de golpe es mi película más querida". Por suerte, el periodismo y la narrativa enseñan a no calificar lo incalificable. Por suerte, este próximo miércoles 7 de mayo (2008), a las 13, en la Biblioteca Nacional, se hará un homenaje a Haroldo Conti. Allí estarán sus hijos Marcelo y Ernesto, su última compañera Marta Scavac, Hebe de Bonafini y el dirigente gremial Julio Piumato, preso político en aquellos años. Este recuerdo será el disparador, intenso, de dos días del seminario Cultura y medios en dictadura y en democracia. El recuerdo es bueno, en muchos aspectos, uno de ellos es para evitar las tergiversaciones o las películas más queridas de Renán.
Fuente: www.mediosydictadura.org.ar
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