EL SUEÑO DEL GATO
Cada día iba al colmado de Don León, salvo los domingos en que estaba cerrado, y le compraba alguna tontería que me hiciera falta.
Solía quedarme allí un rato, hablando con él, y era un viejo bastante agradable que vivía con su gato al que quería mucho.
Pero en los últimos días tenía problemas con el gato, ya que éste no dormía y hacía cosas raras por las noches. No hacía mucho se lo había encontrado sobre su cabeza y le daba por maullar para que le dieran comida.
Pero eso no era todo.
Una noche en que consiguió dormirse, Don León le vio moverse de una manera rara y agitar las patas como si tuviera un extraño sueño. En otra ocasión le pareció oírlo pronunciar alguna palabra.
- No se preocupe, ya se le pasará -intentaba conformarle.
- Los gatos son muy raros.
- Yo nunca he tenido animales pero le comprendo.
- Cuando nació era como una bolita de lana.
- Pues sí...
Una mañana que fui al colmado, vi a Don León con su gato muerto entre los brazos. Lo dejó sobre la barra y cerró la puerta.
- Pobrecillo... -no dejaba de murmurar.
- ¿Qué le ha pasado?
- Se ha muerto.
- Ya lo veo, pero quiero decir si fue de repente o qué le pasó al pobre animal.
- Sobredosis -dijo Don León.
- ¿Qué?
- Sí, le di unas cuantas pastillas y mira lo que ha pasado.
- ¿Pastillas al gato?
- Sí, para que durmiese tranquilo
- ¿Y cuántas le dio?
- Un montón.
Me costaba creerlo. Sólo le faltaba un cartelito con el precio.
- Ahora llamaré a la funeraria -dijo Don León.
- ¿Le parece necesario?
- Claro, quizá pida otro servicio para mí.
- ¿Para usted?
- Yo no puedo vivir sin mi gato, por ello he pensado que quizá sería mejor...
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